Marcello Mastroianni el latin lover por excelencia
El más grande actor italiano, que atravesó con su mirada sárdonica e indolente 40 años de cine en el mundo, Marcello Mastroianni era “una auténtica fuerza de la naturaleza que había hecho del trabajo el centro de su vida”.
En cuatro décadas participó en más de 150 películas. Primero tuvo sólo papeles de tímido y buen mozo, pero se fue afianzando como un representante inimitable de un tipo italiano de la época. Hizo numerosos personajes pintorescos, de la Italia de la posguerra, característicos del llamado “neorrealismo rosa”, después se le reconoció como el gran seductor, el latin lover por excelencia aunque solía burlarse de ello: “¡no hay latin lover que valga! Esta es una imagen inventada por los estadounidenses que quieren encasillar todo y que a mí siempre me hizo reír. Confieso que por los machos tengo un poco de antipatía, tal vez porque no soy todo lo viril que de mí se espera”.
Se definía a sí mismo como un poco ”perezoso, caprichoso e inseguro” a quien le gustaba trabajar con los amigos. Cuando le ofrecían películas extranjeras e italianas, elegía primero las que se podían hacer en casa: “es que filmar es como ir al billar. Llegas y ahí están tus amigotes esperándote, sin amigos, el billar no tendría sentido, lo mismo pasa con el cine, por lo menos para mí”.’
Uno de sus más grandes “amigotes” fue Federico Fellini, con quien comenzó su relación en 1960, con La dolce vita, y decía modesto, “me contrató porque tenía un rostro terriblemente ordinario”. Este filme le dio un Oscar al director y la fama internacional al actor, así como el origen internacional a la palabra paparazzi que ahora define a los fotógrafos indiscretos. Esta alianza cinematográfica terminó en 1987 con Entrevista y en ese intervalo de casi 30 años dieron al mundo filmes memorables como 8 y 1/2, La ciudad de las mujeres, Fellini Roma y Ginger y Fred, entre otras.
En 1962 hizo El bello Antonio y después fue el conde siciliano que trata de asesinar a su esposa en Divorcio a la italiana que le valió su primera nominación a un Oscar, que nunca ganó, aunque obtuvo dos veces la Palma de Oro del Festival de Cannes, por Drama de celos, de Ettore Scola (1970) y Ojos negros, de Nikita Mijalkov (1987).
Srta. Jara (Marcello Mastroianni el latin lover por excelencia)



